Desde que comenzaron las manifestaciones por la vivienda, he acudido a todas las que me ha sido posible, ya que al fin había gente que se organizaba y gritaba ante una de las mayores injusticias que está sufriendo toda una generación, y que junto con el trabajo precario, supone un retroceso en derechos sociales y ante los que la mayoría no hemos movido un dedo.
Eran manifestaciones con poca gente, pero que tenían un gran potencial, porque la motivación era totalmente lícita, desde el punto de vista objetivo de los que sufrimos este problema, y que además somos conscientes de ello ya que podemos analizarlo desde la mejor formación que nos ha dado la postdemocracia.Por otro lado, amigos de mi generación (hijos de obreros y conscientes de su clase media, aunque con una actitud conservadora hacia algunos temas) me advertían de que en muchos de estos actos no se identificaban con muchos manifestantes que, con muchos prejuicios, encuadraban dentro de un tipo de nuevo hippy, que ellos asocian con nuevos pijos ajenos completamente a sus problemas.
Yo siempre he discutido mucho de esto y, además de no encontrar esto en las manifestaciones, siempre he admirado a la gente que protesta (incluido el movimiento okupa), sin importarme el origen social de nadie.
Quizás esto no tenga mucho que ver con el tema de esta carta, ya que lo que realmente quiero denunciar es la defensa que V de vivienda en Madrid hace de los vecinos de la Cañada Real y los desalojos, defensa que no consigo encuadrar dentro de la lucha por alquileres sociales o la denuncia de la especulación.
Esta implicación del colectivo, me ha decepcionado profundamente, y creo que lo hará con muchos que creíamos en la protesta, que nos afectaba directamente, y que ahora quizás no se entienda.
Para mí personalmente es un problema general de la izquierda en Madrid, ajena a los problemas reales de la clase trabajadora, y cuya consecuencia es que llevemos más de una década aguantando en Madrid a la derecha más carca.
Desalojar una familia nunca puede considerarse justo, pero apropiarse de un espacio común o público siempre va a crear una discriminación, totalmente injusta, ya que en principio hay una gran masa de gente que parte de lo mismo, pocos recursos, y no por ello se debe favorecer a unos más que a otros (en general, los más listos frente a los demás, que se han convertido en los más tontos).
Si alguien lee esto como una simple defensa de la propiedad privada, es que sigue sin enterarse de nada y vive ajeno a la realidad. Las protestas más radicales (comunismo, anarquía ...) solo deben ser una base teórica, ya que al convertirlas en demanda real, se da a estos nuevos liberales neoconservadores la mejor excusa para privatizarlo todo y acabar con los que tantos años costó lograr a nuestros padres.